Samsung Odyssey G9 Review

Los monitores ultrapanorámicos de 21:9 ya hace tiempo que dejaron de ser una rareza y es posible encontrar modelos de todo tipo en el mercado, desde gamas económicas hasta monitores premium con las últimas tecnologías. Sin embargo, hay otro formato que ha ido ganando algo de fuerza en los últimos años y que pasó de ser una verdadera rareza a ir ganando adeptos. Hablamos de los monitores super ultrapanorámicos o super-ultawide.

Se trata de pantallas con formatos de 32:9 o incluso 32:10 que ofrecen la misma área de trabajo que dos monitores convencionales de 16:9 o 16:10 sin tener molestos marcos. Algún que otro modelo ya ha pasado por nuestro laboratorio, pero hoy os traemos la review del Samsung Odyssey G9, uno de los últimos referentes del sector, con un claro enfoque gaming, pero que también puede convertirse en una herramienta de trabajo muy práctica como veremos a lo largo del artículo.

 

Este monitor está dotado de un panel VA QLED de 49 pulgadas con formato 32:9 y 5.120 x 1.440 píxeles, que viene a equivaler más o menos a dos monitores de 27" 1440p colocados uno al lado de otro.  Ofrece 240 Hz de frecuencia, con AMD Freesync Premium Pro y G-Sync compatible, y soporta Display HDR1000. Además, cuenta con un radio de curvatura muy marcado de 1000R.

Características técnicas del Samsung Odyssey G9

  • Panel VA QLED de 49 pulgadas en formato super-ultrawide  32:9
  • Resolución 5.120 x 1.440
  • Curvatura 1000R
  • Cobertura 95% DCI-P3 / 125% sRGB / 92% Adobe RGB
  • 240 Hz
  • Iluminación Edge-lit  de 10 zonas
  • VESA DisplayHDR 1000
  • Contraste 2500:1
  • Brillo máximo modo normal: 420 cd/m²
  • Brillo máximo pico HDR: 1.000 cd/m²
  • Compatible con NVIDIA G-SYNC y AMD FreeSync Premiun Pro
  • 1ms GTG
  • Conectores:
    • 1 x HDMI 2.0
    • 2 x DisplayPort 1.4  
    • Hub de 4 puertos USB 3.0
  • Peana regulable en altura, giro e inclinación
  • Gestión de cables en torre + porta auriculares
  • 1147.6 x 537.2 x 416.4 mm
  • 16.7 kg
  • Precio de 1.499 euros

Primero de todo, antes de comprar un monitor de este tipo, hay que tener en cuenta que son dispositivos MUY grandes que necesitan más de 1,2 metros de espacio longitudinal y una zona despejada para la peana, al menos si no vamos a usar otro tipo de anclaje, no hay que olvidar que sus medidas totales son de 1147.6 x 537.2 x 416.4 mm.

El Samsung Odyssey G9 es la segunda generación de este tipo de monitores de Samsung con pantalla QLED 32:9, de hecho, en mi caso utilizo tanto para trabajar como para ocio el Samsung CRG9 o 49RG90, un monitor con un formato similar que comparte muchas características, aunque el Odyssey G9 añade ciertas funciones y especificaciones que lo llevan un paso más allá, como ese radio de curvatura de 1000R tan característico en su diseño.

Al abrir la caja ya podemos ver que su tamaño no es el de un monitor convencional, es difícil abarcarlo con la cámara, y más montarlo sin ayuda.

El Odyssey G9 cuenta con un sistema de peana que se fija con dos pestañas al monitor y que le permite variar su altura, ángulo de giro en la vertical, y también la inclinación hacia delante y hacia atrás. Naturalmente, no hay opción para colocar este monitor en vertical con esta peana, ya que para hacerlo tendríamos que tener una altura muy superior para poder sujetar el casi metro y veinte que mide de lado a lado.

La parte trasera es blanca, con una rejilla negra para la ventilación y un círculo translúcido en el centro que cuenta con iluminación RGB. El monitor se sustenta en una peana metálica con una buena longitud para darle estabilidad.

La peana está formada por una estructura metálica y una carcasa blanca, esa carcasa tiene un pequeño saliente retráctil que sirve para colocar auriculares en esa zona.

Si sacamos la carcasa de la columna principal, vemos un raíl para pasar los cables desde el monitor y organizarlos de una manera mucho más limpia.

 

Como decíamos, el círculo donde se fija la peana tiene iluminación RGB con fines meramente estéticos. Se puede controlar los efectos y el color desde el OSD del monitor.

En la parte trasera, bajo una tapa embellecedora que se puede colocar y retirar, tenemos los puertos de conectividad. Tenemos un HDMI 2.0, insuficiente para trabajar a toda la resolución a 240 Hz, y dos DisplayPort 1.4 con los que se puede sacar todo el provecho al monitor.

También se incluye una salida de audio minijack y un pequeño hub USB 3.0 de dos puertos, además del puerto de entrada. No hay puertos en zonas más accesibles, por lo que este HUB USB es más para dispositivos que van a quedar ahí fijos que para utilizar como puertos de quita y pon.

Se echa en falta también un puerto USB-C para vídeo y datos.

La pantalla encendida nos deja ver todo el área de trabajo de la que disponemos. Se agradece mucho la curvatura 1000R, sobre todo si lo comparamos como los 1.800R de su predecesor, el 49RC90.

La curvatura de una pantalla, en muchos casos, suele ser más algo estético o de marketing que algo útil, pero cuando nos movemos en formatos tan alargados, ayuda a poder tener más área de pantalla dentro del campo visual. A diferencia del 49RC90, monitor en el que hay que estar a cierta distancia para poder visualizar en su conjunto sin tener que mover el cuello demasiado, el Odyssey G9 permite abarcar toda la pantalla desde una distancia menor gracias a esa curvatura más marcada.

El OSD del Odyssey G9 se gestiona desde un pequeño joystick. No tiene botones extra más que el propio pulsador del joystick, por lo que su uso es muy intuitivo y sencillo.

Al pulsar ese pulsador, nos encontramos con un menú circular que permite acceder al menú, a la selección de fuente de entrada, modo PBP o apagado. Si pulsamos una de las cuatro direcciones del joystick directamente podemos acceder a funciones rápidas como el brillo y otros parámetros, modo noche, volumen, etc.

El menú de configuración cuenta con 6 secciones principales y unos pequeños indicadores donde se ven los valores de parametros como el ecualizador de color negro, tiempo de respuesta, frecuencia actual de funcionamiento, estado de Adaptive-Sync o de anti-input lag. Muchas de estas opciones no se pueden modificar si activamos freesync o g-sync.

El primer apartado, el de juego, permite definir la frecuencia máxima, ecualizador negro, el modo de tiempo de respuesta, adaptive-sync o incluso añadir puntos de mira virtuales como función gaming.

En la opción de Imagen se puede cambiar entre distintos perfiles, modificar el brillo, contraste, nitidez, modo noche o ajustar los colores RGB manualmente.

El Modo PBP/PiP es especialmente útil en este monitor, podemos utilizar dos ordenadores o fuentes de vídeo y conectarlas, de tal forma que podemos tener la pantalla dividida en dos pantallas de 16:9, o incluso una de 21:9 y otra de 11:9. En este modo no hay soporte para HDR ni se pueden alcanzar 240 Hz, solo 120 Hz por pantalla. 

PiP es similar, pero en vez de dividir la pantalla en dos, superpone una ventana con la señal de vídeo deseada encima de la otra.

La sección de Sistema es donde se puede definir tiempo de apagado automático, activar el local Dimming (atenuar zonas de iluminación independientes), ajustar color o efectos de la retroiluminación, etc.

Finalmente, podemos ver también la versión del firmware o actualizarlo desde USB, además se incluye un informe de calibración de serie. 

Como hemos dicho, la curvatura de los monitores suele ser una característica más estética que funcional. Sin embargo, en este tipo de monitores tan alargados es algo más que necesario. Si comparamos con el Samsung 49RG90 que tiene un radio de 1800R, este Odyssey G9 con sus 1000R tiene una curvatura mucho más marcada, lo que permite abarcar toda la pantalla a menos distancia.

Si bien tener que mover algo la vista cuando se está trabajando no suele ser demasiado problema, y es similar a tener dos pantallas, en juegos sí que nos interesa tener la máxima área a un vistazo. Aun así en juegos, los títulos que soportan este tipo de formatos suelen distorsionar los extremos para dar sensación de inmersión, ya que realmente, sobre todo en los FPS, no son zonas en las que el jugador esté fijando su atención. Otro tipo de juegos de estrategia donde sí que podemos ver toda la zona se verán de manera normal.

El Ghosting es un problema más marcado en paneles VA, sin embargo, en este G9 Samsung ha hecho un buen trabajo y no es un problema que le afecte, lo mismo para el motion blur, el tiempo de respuesta del monitor es muy bueno y la ctualización entre oscuros y claros es también rápida. Puede aparecer una pequeña estala inversa si activamos el overdrive al máximo con el tiempo de respuesta más alto, pero en modo estandar no aparece de manera notable.

En cuanto a su uso como monitor de trabajo, tenemos la misma área de trabajo que dos pantallas de 27 pulgadas de 2.560 x 1.440. Con Windows 10 es muy sencillo dividir en dos las ventanas que utilicemos, sin embargo, para aprovechar al máximo este tipo de paneles es muy recomendable utilizar softwares que permitan definir zonas de anclado rápido, como el propio FancyZones de la suite Powertoys de Microsoft.

Con ella, podremos dividir la pantalla en zonas dentro de un mismo escritorio, e ir anclando ventanas en distintos tamaños. En mi caso la tengo dividida en 5 zonas, dos pequeñas en la columna izquierda, y tres columnas más grandes. A la hora de trabajar es muy práctico poder tener varias ventanas con distintos recursos, fotografías, editores y demás

La experiencia es similar a la de tener dos pantallas, pero con la ventaja de que no tenemos marcos y podemos utilizar el G9 como un enorme monitor para juegos o multimedia.

 

FreeSync Premium Pro y G-Sync Compatible

El Samsung Odyssey G9 cuenta con la tecnología FreeSync Premium Pro y también está certificado para funcionar con G-Sync compatible. Su predecesor funcionaba también, pero no contaba con certificación de NVIDIA, aunque a la hora de probarlo no hemos notado ningún problema.

Samsung permite activar el modo VRR Control en los últimos firmwares de este monitor para evitar el flickering que puede producirse con la tecnología NVIDIA G-Sync en algunos momentos. No hemos notado ninguno de esos problemas y la sincronización ha ido perfecta.

HDR1000 y 10 zonas independientes

Tenemos soporte para contenidos HDR y un pico máximo de brillo de 1000 nits que lo certifican para DisplayHDR 1000. Para esta certificación es necesario tener zonas de iluminación independiente, aquí hay que reconocer que Samsung se aprovecha un poco de esta denominación, ya que la VESA no especifica cuántas zonas hacen falta, da igual que sea un monitor FALD con cientos de zonas independientes que tener, como tiene este G9, solo 10 zonas en los bordes.

La experiencia del HDR que podemos conseguir con un monitor FALD y uno sin zonas, o con pocas zonas, es incomparable. Pero no hay que olvidar que un monitor como este, si le añadiéramos FALD, posiblemente multiplicaría su precio por 5.

En la siguiente imagen podemos ver a qué nos referimos con 10 zonas de iluminación en los bordes, o "edge-lit". Básicamente se trata de un sistema de retroiluminación que coloca los LEDs en los bordes de la pantalla, teniendo 10 zonas independientes que se pueden encender o apagar en distintas intensidades.

Si ponemos un contenido HDR donde hay zonas que se iluminan más que otras, en un monitor FALD se iluminará la zona más o menos limitada que tenga más luz, en este monitor se encenderá una o varias de las 10 partes independientes. En la siguiente imagen se puede ver claramente como se encienten varias de esas zonas para mostrar el brillo del cuadrado, dejando el resto del monitor apagado.

Al ser zonas en el borde, y ser pocas, se ilumina toda esa área, no solo el cuadrado.

 

La experiencia no es, ni de lejos, la misma que podemos conseguir en un monitor con 512 zonas FALD por ejemplo, o un OLED, pero sí es cierto que sigue siendo más satisfactoria que cualquier monitor "HDR 400" que se ven por ahí, A fin y a cabo sí que se puede jugar un poco con la iluminación, y los 1000 nits son espectaculares a 10 bits, aunque haya que limitar los HZ.

En estas fotografías se puede ver la diferencia de las zonas iluminadas con HDR a la derecha o sin HDR a la izquierda.

 

240 Hz

Uno de los saltos de especificaciones más interesantes del G9 respecto de la pasada generación son los 240 Hz que soporta desde los 120 Hz de su predecesor. Los 240 Hz suponen una mayor fluidez, aunque no es algo especialmente notable en un uso general, sí que permite alcanzar una mayor tasa de HZ y FPS si tenemos sinconización activa (ya sea G-sync o freesync). Eso sí, para conseguir tasas de FPS tan altas con la resolución nativa hace falta una tarjeta gráfica y un PC de gama muy alta, modelos como las RTX 2080 o incluso las RTX 30080 pueden tener problemas para superar los 120 FPS en juegos de última generación con alto nivel de detalles.

 

 

El panel QLED del G9, al menos el de esta unidad, ha mostrado una excelente calidad de imagen, sin fugas de luz u otros problemas, y con unos colores bien definidos y llamativos. 

 

 Brillo y contraste

El brillo máximo que alcanza este monitor con HDR son 995 cd/m² en puntos con el máximo brillo, es un brillo similar al de su predecesor, sin embargo, el brillo normal y típico se queda en unos 420 cd/m², bastante por debajo de los 600 cd/m² que alcanzaba el 49RG90, con picos sin HDR de hasta 900 cd/m². Aun así, ver esos picos cercanos a los 1000 nits es bastante espectacular, brillos concretos que salen en contenidos HDR te obligan incluso a entrecerrar los ojos como si estuviéramos en una escena real.

El G9 muestra un contraste de 2.649:1, por encima de los  2.500:1 prometidos.

  • Brillo máximo:  420,14 cd/m².
  • Brillo mínimo (negro): 0,1586 cd/m².
  • Relación de contraste: 2.649:1.

Cobertura de color

Samsung promete una cobertura de color del 125% de la gama sRBG, un 95% de DCI-p3 y hasta un 92% de la gama Adobe RGB.

En nuestras pruebas podemos confirmar estos datos, incluso mostrándose superiores a esas promesas, siempre y cuando aclaremos que no es lo mismo la cobertura de una gama que el volumen. La cobertura de una gama nunca puede superar el 100% porque es la cantidad de colores de esa gama que puede mostrar el monitor.

Aquí tenemos un 99,7% de sRGB (que con variaciones de medición y demás es un 100% efectivo), un 84% de Adobe RGB y un 91,2% de DCI-P3

Si miramos el volumen de gama, que muestra la cantidad de colores que puede mostrar un monitor, tomando como referencia los colores de una gama (es decir, un monitor que no cubre un 100% de DCI-P3 podría tener un volumen superior si muestra colores fuera de los que define esa gama en concreta). Ahí es donde se cumplen los valores, y se superan, que promete Samsung con el G9, con 134,5% de sRGB, 92,7% de Adobe-RGB y 95,3% de DCI-P3.

 

Espacio de Color Cobertura de gama Volumen de gama
sRGB 99,7% 134,5%

Adobe-RGB

84% 92,7%
DCI-P3 91,2% 95,3%

 

 

 

Pruebas de color y calibración

La calibración de serie del G9 ofrece un deltaE medio de 2,44 puntos y un máximo de 4,45 puntos, comparando contra sRGB, unos valores muy buenos, mejores que incluso monitores de gama superior, pero que se pueden merjorar con una calibración rápida, bajando hasta deltaE por debajo de 0,5 puntos.

En modo DCI-P3 la media es de 3,38 puntos y el máximo de 6,19, aquí con una calibración podemos bajar a 0,97 puntos, por debajo de un deltaE de 1, aunque la máxima es de 4,12 debido a que no cubre el 100% de la gama y algunos colores como el rojo difieren un poco.

 

DELTA E MEDIO DELTA E MÁXIMO
  De serie Tras Calibración De serie Tras Calibración
sRGB 2.44 0.48 4.45 1.74
DCI-P3 3.38 0.97

6.19

4.12

 

En el balance de grises, el equilibrio de color es bastante bueno, hay mucha variación en los tonos oscuros, que se mantiene alta hacia grises del 30%. Conforme nos vamos acercando al blanco, vemos que el equilibrio es perfecto. Con calibración se pueden mejorar los valores más cercanos al negro.

La temperatura de color se corresponde con esta gráfica de RGB, es decir, en los valores más oscuros donde había un desajuste del azul por encima del 30% y del rojo en -15%, los tornos son, evidentemente más azulados y fríos. Luego la curva se estabiliza hasta llegar al 6.500 del blanco real.

Os dejamos con las pruebas e informes de las distintas pruebas en modo sRGB y DCI-P3, tal y como venía de serie y tras una calibración rápida.
 

Pruebas de color modo sRGB vs SRGB - SIN CALIBRAR

 

 

Pruebas de color modo sRGB vs SRGB - TRAS CALIBRADO

 

 

Pruebas de color modo DCI-P3 vs DCI-P3 - SIN CALIBRAR

 

 

Pruebas de color modo DCI-P3 vs DCI-P3 - TRAS CALIBRADO

 

 

 

Actualmente, el Samsung Odyssey G9 se ha convertido en un referente dentro del mercado de monitores de 32:9 con resolución de 5.120 x 1.440 píxeles. Su panel QLED VA con 240 Hz, HDR 1000, Adaptive Sync y todo tipos de tecnologías lo convierten en un modelo muy cotizado con un precio que ronda los 1.500 euros.

Respecto de la generación anterior, ofrece más Hz, funciones extra como PiP y un diseño más llamativo, aunque la mejora más importante es el radio de curvatura que pasa de 1.800R a 1.000R y que añaden más usabilidad y versatilidad al poder abarcarse sin tener que situarse a largas distancias. El brillo normal baja un poco, pero no es un problema, ya que en el modelo anterior es incluso molesto usarlo con brillos de 600 cd/m²

Se echa de menos algo extra de conectividad, quizás algún HDMI más, aunque no es un puerto con el que se pueda aprovechar al 100% este monitor, o un USB-C para poder utilizarlo con este tipo de cables. Igualmente, algún USB-A colocado de manera más accesible o incluso un USB-C para datos se hubiera agradecido.

Es cierto que los 32:9 no son un formato para todo el mundo y puede que no todos los usuarios se acostumbren. Como opinión personal, en mi caso una vez pasas a un monitor de este tipo ya no hay vuelta atrás, incluso si vienes, como es el caso, de monitores ultrapanorámicos 21:9.

Aunque este Odyssey G9 se orienta, sobre todo por ciertas funciones y diseño, hacia el mercado "gaming", realmente es un monitor que incluso me atrevería a decir que se le saca más provecho como equipo de trabajo.

Eso no significa que no sirva para juegos, todo lo contrario, la inmersión que se consigue en muchos juegos, o simplemente la mayor área de pantalla disponible para otros, hace que sea una verdadera gozada jugar en algo así, incluso los juegos que soportan HDR lucen espectaculares (no todos, en algunos el soporte para HDR no está muy conseguido, o hay problemas entre Windows 10, los drivers, etc., realmente Windows no tiene un soporte de HDR combinado con SDR demasiado intuitivo). Sin embargo, tener toda esa área de pantalla disponible para trabajar con múltiples ventanas de manera continua y sin marcos, sobre todo si utilizamos programas como FancyZones, es una maravilla.

 

Hay quien compara estos formatos con tener dos pantallas y alega que es demasiado caro, ya que como hemos dicho equivale a dos pantallas 16:9 de 27 pulgadas, y es fácil adquirir dos pantallas de esas características por mucho menos precio. Sin embargo, si tenemos en cuenta los 240 Hz, la resolución, soporte HDR y tipo de panel, entonces las cuentas ya no salen tanto, y dos monitores con especificaciones similares ya suman precios parecidos, añadiendo que tendremos marcos en la imagen y que no nos servirían para jugar, por ejemplo, a un FPS.

Por ello, esos 1.500 euros que cuesta no es un precio realmente elevado si tenemos en cuenta el formato, tamaño y las características que integra, pero es cierto que no dejan de ser 1.500 euros en un monitor, una cifra que no todo el mundo está dispuesta a pagar. También podríamos exigir un sistema de retroiluminación FALD en vez del edge-lit de 10 zonas para el HDR1000, pero entonces estaríamos hablando de cifras que posiblemente triplicaran o incluso más su precio.

De lo que no hay duda es que este Samsung Odyssey G9 Es uno de los mejores monitores que podemos encontrar en el mercado si buscamos un equipo "super ultrawide", ya sea para juegos como para trabajar, combinando las bondades del formato 32:9 con lo último en tecnologías y una curvatura muy marcada que le añade un extra de usabilidad.