Tesla le da parte de la producción de su chip AI5 a Samsung para impulsar su avance en inteligencia artificial
por Manuel Naranjo 1Hay decisiones que reordenan un sector sin hacer ruido. Que Tesla divida la fabricación del AI5 entre Samsung (Taylor, Texas) y TSMC (Arizona) es una de ellas. Para Tesla, es capacidad y control; para Samsung, un balón de oxígeno para su negocio de fundición, que venía encajando golpes en nodos avanzados. El movimiento no se entiende solo por tecnología: combina logística, política industrial y una lectura clara de dónde están hoy los cuellos de botella del silicio.
Qué gana Samsung más allá del volumen
En los últimos años, Samsung Foundry ha convivido con una narrativa incómoda: retrasos, yields por debajo de lo esperado y pérdida de diseño frente a TSMC. Meter el AI5 en su hoja de ruta cambia el marco. No es un “contrato más”: significa validación en un chip crítico y un rampa en EE. UU. con impacto reputacional. Además, el encaje con el acuerdo de 16.500 millones de dólares para el futuro AI6 dibuja continuidad: no es un golpe aislado, es un carril de proyectos con un cliente que escala rápido y exige a la altura.
En paralelo, Samsung está empujando EUV de alta NA y metrología más fina. No hay milagros: mejorar yield en nodos avanzados es iterar, medir y volver a iterar. Pero hacerlo con un programa ancla como AI5 acelera aprendizaje y disciplina de proceso.
Por qué Tesla parte el pastel en dos
La lectura táctica es simple: doble fuente para duplicar la probabilidad de llegar a tiempo. La estratégica va más lejos. Al fabricar en Taylor y Arizona, Tesla mantiene la producción en EE. UU., reduce el riesgo geopolítico y evita depender de un único proveedor en un momento en que los encapsulados avanzados y las obleas de alto rendimiento están muy disputados. También es una palanca de negociación: con TSMC y Samsung en paralelo, Tesla compara rendimientos, plazos y costes en tiempo real. Si una rampa se tuerce, la otra amortigua.
Un chip “a medida” para IA en tiempo real
El AI5 nace con un objetivo claro: conducir y entrenar mejor al menor coste por vatio y por dólar. Quitar bloques heredados (GPU generalista, ISP) para dejar lógica especializada reduce área, simplifica rutas críticas y sube la rentabilidad por oblea.
Tesla habla de mejoras que, en ciertos escenarios, se disparan frente al AI4; los números finos habrá que verlos con pruebas externas, pero la dirección es clara: menos silicio inútil, más cómputo donde importa y latencias más cortas para decisiones en carretera.
EUV de alta NA y la batalla del proceso
El salto a High-NA EUV no es un logro de marketing. Aporta márgenes de enfoque y patrones más limpios, pero también nuevas ventanas de proceso que hay que dominar. Samsung invierte en esa dirección para cerrar brecha en nodos de vanguardia, mientras consolida rutas más maduras para volúmenes estables. ¿Qué importa de cara al AI5? Que la planta de Taylor pueda sostener estabilidad de línea: menos reworks, menos colas en metrología, más obleas buenas por día. Esa métrica, invisible para el usuario final, es la que define si el programa llega o se atasca.
La jugada de Tesla evita cuellos a corto plazo y siembra exceso de capacidad controlado para cuando el parque de vehículos y los data centers demanden más. Es una forma de decir: “es preferible que sobre que no que falte”. Para Samsung, ese exceso es útil: rellena fab con producto prestigioso mientras afina el proceso.
Lo que se juega Tesla con AI5
El chip no es un fin: es la palanca del FSD. Más cómputo por dólar y por vatio abarata poner cerebro nuevo en millones de vehículos y acorta ciclos de entrenamiento. El objetivo de Musk (una autonomía total que funcione en el mundo real) depende tanto del software como de reducir latencias y aumentar throughput.
Hay tres eslabones que pueden crujir: rendimiento por oblea (si yield baila, el coste sube), paquetes avanzados (si la línea de encapsulado se satura, no hay chip listo) y calificación automotriz (fiabilidad térmica y de vibración a años vista). La decisión de doble fundición no elimina esos riesgos, pero los reparte. El calendario de AI6 (amarrado por ese acuerdo de 16.500 millones) añade presión: lo que se aprenda con AI5 debe alimentar al sucesor sin perder ritmo.
En resumidas cuentas, Tesla trocea riesgo y acelera capacidad mientras Samsung gana validez y rodaje donde más lo necesitaba. TSMC sigue siendo el referente, pero ya no está solo en esta partida concreta. Si Taylor clava la rampa y el paquete encaja, Samsung habrá pasado de “candidato” a proveedor fiable de IA avanzada en EE. UU. Y si AI5 cumple lo prometido, Tesla tendrá no solo más músculo, sino mejor economía unitaria para perseguir (con pies en el suelo) su ambición de autonomía total. Aquí no hay fotos espectaculares de obleas: hay ingeniería de procesos, calendarios y decisiones que, bien engranadas, acaban moviendo el volante.
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