El presidente Donald Trump ha anunciado la intención del gobierno de Estados Unidos de entrar en Intel con una participación del 10% en el accionariado de la firma. Esta inversión estaría valorada en unos 10.000 millones de dólares. El acuerdo supone una intervención poco habitual de la Casa Blanca en el sector privado y busca apuntalar a la histórica compañía de semiconductores, que atraviesa graves dificultades y segun el presidente podría no ser la única accion de este tipo sobre empresas que consideran clave.
La operación se enmarca en la "CHIPS Act", la ley estadounidense diseñada para impulsar la producción nacional de microchips y reducir la dependencia de Asia. Intel iba a recibir 10.000 millones de dólares en subvenciones de este programa para construir nuevas fábricas, pero esos fondos se transformarán ahora en acciones en manos del Estado y es precisamente lo que parece no gustar a otros actores importantes como TSMC que esta dispuesta a devolver esas inversiones.
Fuentes oficiales aclararon que la participación será sin derecho a voto, lo que significa que el Gobierno no podrá influir en las decisiones diarias de la compañía, aunque sí se asegura un beneficio financiero y un papel estratégico en la recuperación del fabricante.
La entrada del Estado se suma a una inyección previa de 2.000 millones de dólares de SoftBank, en lo que analistas ven como un balón de oxígeno que podría dar a Intel tiempo para reorganizarse.
Más allá de lo empresarial, la decisión refleja la estrategia de Trump de usar la política industrial como herramienta de seguridad nacional. En los últimos meses, la Casa Blanca ha promovido acuerdos que vinculan al Gobierno con empresas de sectores considerados estratégicos, desde los semiconductores hasta los minerales raros necesarios para la transición energética.
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