Samsung da un giro inesperado y cancela el Galaxy S26 Edge tras las bajas ventas del S25 Edge mientras reestructura su gama alta para 2026
por Manuel NaranjoLa cancelación del Galaxy S26 Edge significa que más que cerrar una línea icónica, Samsung ordena prioridades y deja claro dónde cree Samsung que está el valor hoy. La jugada llega tras un S25 Edge bonito y delgado, sí, pero sin un público lo bastante grande como para sostener un producto propio. A veces innovar significa saber que no seguir fabricando.
Qué ha pasado exactamente
Samsung habría detenido la continuidad de la línea “slim/Edge” tras notificar internamente que no habrá S26 Edge. En paralelo, regresaría el S26+ al trío clásico (base, Plus y Ultra), con el Ultra manteniéndose como escaparate tecnológico. La decisión se apoya en ventas débiles del S25 Edge y en la dificultad de encajar su propuesta entre el S25 y el S25+.
El Edge nació como gesto de diseño, pero su “porqué” se ha ido diluyendo. Con marcos cada vez más finos en toda la familia y pantallas planas que ya rozan el borde, la ventaja visual del Edge se volvió marginal. Si a eso le sumas menos batería y un escalón fotográfico respecto al Ultra, el resultado es un producto aspiracional… sin una promesa funcional que justifique su lugar (ni su precio). El mercado ha hablado con la cartera.
Los números que inclinan la balanza
Los datos desvelados son contundentes: 190.000 unidades del S25 Edge en su primer mes, frente a 1,17 millones del S25, 840.000 del S25+ y 2,25 millones del Ultra. En agosto, el acumulado del Edge iba por 1,31 millones, lejos de los 8,28 millones del S25, 5,05 del Plus y 12,18 del Ultra. La foto es clara: el Edge no tiraba del carro; lo frenaba.

Física, cámaras y calor: las limitaciones del “slim”
El móvil ultrafino es deseable… hasta que toca meter sensores grandes, ópticas estables, baterías que aguanten y disipación térmica para IA y juegos. Poco espacio físico para experiencias “Ultra” sin comprometer autonomía o temperatura. Y sí, la batería de silicio-carbono asoma como vía de escape, pero Samsung no está para experimentos arriesgados en un componente sensible. En resumen: el diseño extremo cuesta más de lo que devuelve.
Efecto colateral: el iPhone Air se queda solo (por ahora)
Sin un heredero Edge, Apple gana aire con su iPhone Air en el nicho de los delgados “premium-no-Pro”. A corto plazo, tiene la pasarela despejada. A medio, la historia depende de si ese segmento es realmente escalable o un capricho de vitrina. Samsung ha preferido no sobrerreaccionar: optimiza catálogo y concentra inversión donde ve tracción real.
Vuelta al tridente clásico: claridad por encima de la variedad
La simplificación beneficia al usuario: se entiende mejor la gama y se evitan solapamientos. Base para “lo esencial redondo”, Plus para “más pantalla y batería” y Ultra para “todo”. Es un mensaje fácil de comunicar y de comprar. Y, de paso, libera a Samsung para acelerar donde importa: cámaras, IA en el dispositivo, pantallas LTPO brillantes, conectividad satelital cuando toque y un ecosistema que cierre el círculo.
Qué podría hacer Samsung en 2026 (y por qué tiene sentido)
- Doblar la apuesta en Ultra: sensor grande, zoom útil y cómputo fotográfico apoyado en NPU. El “halo product” arrastra reputación y ventas.
- Reforzar el Plus como “modelo para casi todos”: autonomía, pantalla y precio coherente, sin artificios de diseño.
- Menos SKUs, más foco: menos fragmentación logística y de marketing, más margen para diferenciar de verdad lo que se vende.
Todo eso encaja con la narrativa de la marca en 2025: IA transversal que no solo edita fotos, sino que optimiza energía, conectividad y experiencia en todo el ecosistema Galaxy.
¿Y los que compraron un S25 Edge?
No se quedan colgados. Se agotará el stock y no se fabricará más, pero eso no invalida el producto: seguirá recibiendo soporte y hace bien lo que prometía (ligereza y estética). Sencillamente, el mercado ha preferido otra combinación de virtudes. Quién quiera “delgadez sin renuncias” tendrá que mirar al Plus o, si el bolsillo lo permite, al Ultra, que convierte cada gramo extra en prestaciones visibles.
La despedida del Edge no es nostalgia: es gestión de portafolio. Samsung asume que la diferenciación por forma ya no basta y que la experiencia total (cámara, autonomía, IA, ecosistema) pesa más que una curva. Cancelar a tiempo evita encallar en un barco bonito pero sin viento. Y en 2026, con un S26 más claro y un Ultra más ambicioso, la compañía llega más ligera y mejor orientada a la próxima carrera. El diseño importa; la estrategia, más.
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