Apple explica las marcas del iPhone 17 Pro causadas por soportes MagSafe y admite desgaste normal en el marco de aluminio

Desde su lanzamiento, el iPhone 17 Pro ha convivido con un runrún incómodo: imágenes de unidades de exposición con marcas en la trasera y comentarios señalando arañazos prematuros. Apple ha intervenido para separar hechos de percepciones.

Según la compañía, la mayor parte de esas marcas no son daños del vidrio, sino residuos transferidos por los soportes metálicos MagSafe usados en los expositores de tienda. Esos soportes, con el desgaste del día a día, desprenden partículas que se adhieren al cristal y crean una línea que parece un rayón. La diferencia no es menor: hablamos de suciedad adherida que se limpia, no de un surco permanente.

Transferencia de material, no arañazos en el cristal

La explicación encaja con lo visto en pruebas externas y con la experiencia de quienes han intentado “borrar” esas marcas usando un paño y alcohol isopropílico: la supuesta raya desaparece porque no estaba en el cristal, sino sobre él. Apple afirma que ya está sustituyendo los soportes problemáticos para zanjar el origen del malentendido. En casa, sin un soporte metálico apretando siempre en el mismo punto, ese escenario es difícil de replicar. Por eso, las imágenes virales de las Apple Store no son un buen referente del uso real.

Donde sí puede haber marcas: el borde de aluminio de la cámara

El segundo frente está en el aro de aluminio que rodea el módulo fotográfico. Aquí la respuesta de Apple es directa: el aluminio, como cualquier metal anodizado, acaba mostrando desgaste con el uso. Golpecitos, roces con metal o granos de arena y la típica fricción al apoyar el teléfono sobre superficies duras terminan dejando pequeñas abrasiones.

No es nuevo ni exclusivo del 17 Pro; lo hemos visto en iPad, Mac y otras generaciones de iPhone. La diferencia este año es que el módulo es grande, con aristas definidas y muy expuesto. Ese perfil, además de dar carácter al diseño, actúa como punto de choque.

Materiales y expectativas: aluminio frente a cristal

Parte del ruido viene de confundir materiales y propiedades. El titanio de los laterales no pinta nada en esta historia. La trasera sigue siendo de cristal, mientras que el contorno del módulo es aluminio. Con cristal, el riesgo es la rotura por impacto; con aluminio, lo esperable es rayarse antes de romper.

No es un fallo de fabricación, sino una consecuencia de diseño. Al elegir aluminio para un elemento prominente, se gana ligereza y se facilita la disipación puntual, pero se acepta que el acabado se marcará antes que un aro completamente enrasado de vidrio.

Qué implica para el usuario en el día a día

En uso normal, las “rayas” de las unidades de exposición no deberían reproducirse, porque nacen de los soportes de tienda. El vidrio trasero se comporta como en generaciones previas si se limpia con regularidad. Donde sí conviene ajustar expectativas es en el aro de la cámara.

En colores oscuros, una picada deja ver el brillo plateado del metal y destaca más; en el acabado Plata se disimula mejor. Quien acostumbre a apoyar el teléfono sobre superficies rugosas o a mezclar llaves y móvil en el mismo bolsillo verá antes ese desgaste. Una funda con reborde o un protector de cámara reduce bastante el riesgo sin matar el diseño.

¿Se podía haber evitado con otro diseño?

Siempre hay caminos alternativos. Un bisel más suave, una transición más curva o un pequeño reborde protector en otro material minimizarían el contacto directo del aluminio. También existen recubrimientos más duros, aunque suelen encarecer y complicar la reparación. Volver a encapsular el módulo en cristal recuperaría la resistencia a la abrasión, pero reabre el melón de la fragilidad ante golpes y del peso adicional. El diseño industrial es un juego de equilibrios, y este año Apple ha priorizado estética definida, masa contenida y procesabilidad del conjunto, con las contrapartidas que eso implica.

Cómo leer la respuesta de Apple

La comunicación aborda el origen de las marcas en tienda y enmarca el desgaste del aro como comportamiento normal del material. No es una evasiva: limpia el malentendido principal y sitúa el resto en el terreno de las expectativas. A la vez, deja espacio para ajustes en futuras iteraciones. Si el debate persiste, lo lógico sería suavizar geometrías o introducir un microbisel que reparta mejor los golpes cotidianos. No sería la primera vez que Apple retoca radios, acabados o tratamientos superficiales sin convertirlo en bandera de marketing.

En definitiva, las imágenes de vitrinas eran ruidosas, pero no describían una tara del 17 Pro. La transferencia de material de los expositores se soluciona con un paño y con nuevos soportes. El aro de aluminio puede marcarse, sí, y no debería sorprender a nadie: es lo que toca cuando un borde metálico vive tan expuesto. Saberlo permite decidir mejor color, funda y hábitos de uso. A partir de ahí, el teléfono no es menos duradero que sus antecesores; simplemente juega con reglas distintas en una zona concreta. 

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