La inversión de TSMC en Arizona tenía un motivo oculto: impedir que el gobierno de EE.UU. entregara el liderazgo a Intel
por Edgar OteroLa expansión internacional TSMC en suelo estadounidense va viento en popa. Sin embargo, nuevas declaraciones desde Taiwán arrojan luz sobre la verdadera motivación detrás de este movimiento multimillonario. Según Roy Chun Lee, exenviado de Taiwán a la Unión Europea, la construcción de las fábricas en Arizona no fue solo una respuesta a la demanda comercial, sino una maniobra defensiva necesaria para evitar que el gobierno de Estados Unidos volcara todos sus recursos y apoyo en Intel.
El funcionario argumenta que, si TSMC se hubiera negado a establecer una cadena de suministro robusta dentro de las fronteras estadounidenses, Washington hubiera respaldado agresivamente a Intel como única alternativa viable. Dado que la inmensa mayoría de la cartera de clientes de TSMC está compuesta por gigantes norteamericanos como NVIDIA, Apple y AMD, la dependencia de una fabricación exclusivamente asiática habría sido inaceptable para la administración estadounidense, que busca asegurar su soberanía tecnológica.
Una estrategia para relegar a la competencia al segundo puesto
La lógica detrás de esta decisión es puramente estratégica. En un escenario donde TSMC hubiera permanecido exclusivamente en Taiwán, las empresas tecnológicas de Estados Unidos no habrían tenido más opción que buscar alternativas locales para evitar aranceles y riesgos logísticos. La única compañía con la capacidad potencial para fabricar nodos avanzados en territorio estadounidense es Intel. Por tanto, la negativa de TSMC habría catalizado una inversión estatal masiva hacia Intel, convirtiéndolo en la opción primaria y otorgándole una ventaja competitiva artificial.
Al invertir más de 165.000 millones de dólares en el proyecto de Arizona, el gigante taiwanés ha logrado desactivar esa amenaza. La presencia de TSMC en Estados Unidos garantiza que sigue siendo el socio preferente para las grandes tecnológicas, mientras que Intel queda relegada a un papel de alternativa o plan de respaldo, en lugar de ser el único salvavidas de la industria.
A pesar de las críticas internas en Taiwán, que ven estas inversiones como una posible fuga de tecnología o una cesión ante la presión extranjera, la realidad comercial parece dar la razón a la directiva de la empresa. La estrategia ha permitido a TSMC mantener la confianza de sus socios clave y planificar la llegada de sus tecnologías más punteras, como el nodo A16 de 1,6 nanómetros, a las nuevas instalaciones. De esta forma, la compañía no solo protege su cuota de mercado actual, sino que neutraliza el crecimiento de su rival más directo en su propio terreno.
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