Trump pide la dimisión del CEO de Intel tras las acusaciones de vínculos con China y en plena tensión por la Ley CHIPS

Donald Trump ha vuelto a generar titulares con una de sus ya habituales publicaciones en Truth Social. En esta ocasión, el foco de su ataque ha sido Lip-Bu Tan, actual CEO de Intel, a quien ha exigido abiertamente que deje su cargo sin dilación. Con su estilo directo y sin matices, el presidente vuelve a poner presión sobre una de las figuras clave del sector tecnológico estadounidense.

“Está en una posición tremendamente comprometida y debe dimitir de inmediato", escribió Trump en su red social. “No hay otra solución. Gracias por su atención”, zanjó.

La polémica: sospechas sobre los lazos con China

Justo unas horas antes, el senador republicano Tom Cotton (en la foto), uno de los perfiles más duros del Congreso en política exterior, había puesto sobre la mesa sus sospechas. Desde Arkansas, lanzó una petición formal para que se investiguen los posibles lazos de Lip-Bu Tan con empresas chinas que, según advierte, podrían estar relacionadas con el Ejército o con el propio Partido Comunista Chino.

En una carta enviada al presidente del consejo de administración de Intel, Frank D. Yeary, Cotton advierte sobre el pasado de Tan como CEO de Cadence Design Systems, una empresa que, según sus palabras, habría tenido relaciones con compañías chinas "altamente sensibles". El senador cuestiona abiertamente si una figura con este perfil debería gestionar fondos públicos como los casi 8.000 millones de dólares que Intel ha recibido a través de la Ley CHIPS.

Además, Cotton planteó si Tan tiene o ha tenido participaciones económicas en firmas chinas que pudieran comprometer su imparcialidad o incluso la seguridad de las operaciones estratégicas de Intel. En ese sentido, pidió al consejo de Intel una respuesta clara sobre las medidas adoptadas para evitar cualquier conflicto de intereses.

A todo esto hay que sumar las informaciones que aseguran que la empresa Walden International, firma de capital de riesgo fundada en 1987 por Lip-Bu Tan y Roni Hefetz, concentró una parte muy significativa de las inversiones estadounidenses en el sector de los semiconductores chinos.

Según datos publicados por el Center for Security and Emerging Technology (es un think tank con sede en la Universidad de Georgetown, especializado en el análisis de políticas que conectan la seguridad nacional e internacional con las tecnologías emergentes), entre 2017 y 2020, aproximadamente el 40 % del capital procedente de Estados Unidos destinado a compañías chinas de chips tuvo su origen en esta firma. Un porcentaje que no ha pasado desapercibido en el contexto de creciente tensión tecnológica y comercial entre Washington y Pekín, especialmente cuando se trata de industrias tan sensibles como la de los semiconductores.

Intel responde

Intel ha emitido un comunicado dando su punto de vista acerca de todo lo acontecido donde expresa lo siguiente:

"Intel, la Junta Directiva y Lip-Bu Tan están profundamente comprometidos con el avance de los intereses de seguridad nacional y económica de EE.UU., y están realizando importantes inversiones alineadas con la agenda America First del Presidente. Intel ha estado fabricando en Estados Unidos durante 56 años. Continuamos invirtiendo miles de millones de dólares en I+D y fabricación de semiconductores nacionales, incluida nuestra nueva planta en Arizona que utilizará la tecnología de proceso de fabricación más avanzada del país, y somos la única empresa que invierte en el desarrollo de nodos de proceso lógico líder en EE. UU. Esperamos seguir colaborando con la Administración"

Una etapa convulsa para Intel

Lip-Bu Tan (en la imagen) tomó las riendas de la empresa en marzo de este año, en sustitución de Pat Gelsinger. Su aterrizaje al frente de Intel ha venido acompañado de una serie de decisiones contundentes: miles de despidos para recortar costes, un plan de regreso obligatorio a las oficinas y una revisión a fondo de las inversiones en fábricas, que ha derivado en el aplazamiento o rediseño de varios proyectos. Además, ha ordenado deshacerse de divisiones no consideradas esenciales dentro de la nueva estrategia de ingeniería.

Contexto político: una guerra comercial que sigue encendida

Todo esto ocurre en un momento especialmente sensible para el sector tecnológico estadounidense. Donald Trump volvió a lanzar una propuesta que ha hecho saltar las alarmas: imponer un arancel del 100 % a los chips importados, con una excepción (curiosamente oportunista) para aquellas compañías que fabriquen e inviertan en suelo norteamericano.

El mensaje es claro: la guerra comercial entre Estados Unidos y China sigue viva, y el papel que juegan los gigantes tecnológicos, como Intel, está cada vez más en el centro del debate. Si Tan permanecerá o no al frente de la compañía, dependerá, en parte, de cómo gestione esta creciente presión política, pero también de la respuesta de los mercados y del propio consejo de administración.

Por ahora, la incertidumbre crece, y el cruce de acusaciones deja claro que la pugna por el control tecnológico no da tregua.

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